Empezando otra vez, y otra vez.

Mi vida actual se define como una situación inconclusa, como un punto inestable, como algo que no me satisface, ni me llena y mucho menos me complementa. Llámalo rutina, o también desesperación, incluso podría decirse que estoy harta, pues detesto un “buenos días” los lunes por la mañana, y aún más un “hasta luego” en un día lluvioso.
No es que toda la vida haya sido así, pues en su día, bien pude disfrutar de gratas compañías, de buenas situaciones y de alguien que me recordara la importancia de vivir, de mí vivir.
Y tampoco es que necesite de alguien ahora, pues he podido sola, pero hay casos que me hacen pensar ¿Qué tengo que hacer ahora? ¿Cómo se continúa? Aún sigo teniendo personas maravillosas, las cuáles probablemente no merezco pero que aún así se esmeran por hacerlo mejor.
Que actualmente también hay buenos momentos, en los que el más insignificante detalle hace brotar en mi una sonrisa casi imborrable. Pero los malos siguen ganando, y no es pesimismo, tampoco es realismo. Sino es cuestión de analizar y emplear lógica ¿Cómo alguien que ha perdido las esperanzas en todo, puede volver a creer? Debería empezar conmigo misma, ¿no? 
Bien, he  ahí el problema; dentro de tantas pérdidas, estaba yo y me deje ir, pensando que algún día con suerte, me renaciera el alma y las ganas.
Aún sigo esperando, y me he vuelto paciente, pues no he tenido la oportunidad de poder volver al mundo real, sigo en el mío, aquél sitio pequeño en el cuál nadie puede dañarme, sólo yo. Al final termina siendo un buen lugar, aunque en el fondo sé que necesito volver a la realidad.
Es duro, pues allá afuera hay muchos esperando a hacer daño, pero sé que con suerte están los otros que buscan tu bien, porque ellos ya están bien. Sólo espero algún día poder estar de ese lado, pues extraño estar bien, me extraño, y creo que el momento de empezar a vivir se está acercando.


Palabras con café. 

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